miércoles, 31 de enero de 2018

MARGA GIL ROËSSET

MARGA GIL, LA MUJER DEL “ALMA FUERA”

Dicen que los últimos días de su corta vida Marga trabajaba de forma casi frenética,  como si el arte sólo le sirviera para marcar ritmo a  pensamientos oscuros y dementes, como planeando el suicidio al ritmo de su hiperactividad. Sin amor al arte, solo pasión por el hombre.
Siempre había sido una mujer intensa, pero ahora apenas dormía, apenas comía, se mantenía prácticamente a base de café y té, pero nada calmaba la obsesión que tenía por el Premio Nobel Juan Ramón Jiménez, que ya tenía por aquel entonces 51 años, pero para ella que había vivido una formación frenética y acelerada tal vez era el “prototipo” de hombre. Insistió 2 años declarándole su amor cada día, entregándole cartas, dibujos, libros robados, visitando en su casa al matrimonio… sin éxito. 


Echando un vistazo a sus fotos la verdad es que me cuesta imaginar a esta chica guapa, alta, delgada, superdotada con un talento creativo excepcional enamorada de este hombre más bien feo y soso, por muy premio Nobel que fuera, aunque parece que fue en su juventud de esos que “ligan” sin dificultad, y ya se sabe que el que tuvo retuvo. Juan Ramón Jiménez envejecía como un escritor de rutinas, intransigente, maniático y solitario, más aún con el paso de los años. Vamos, que no podía estar mejor,  cuidado por una  esposa entregada y culta y dejándose querer entre halagado y fascinado, por una joven llena de vida, sin medir, seguramente, que Marga terminaría con su vida de un tiro en la sien a causa de este cortejo agotador. Bueno,  la locura de amor existe como un tipo de psicosis grave… o eso dicen los expertos.  



La misma mañana, antes de matarse, el 28 de julio de 1932,  dejó al escritor una carpeta amarilla, que contenía entre otros documentos,  su diario,  y le pidió que no lo leyera hasta “más adelante”. Más adelante Marga ya estaría muerta.  

Habíamos llegado a las Rozas a las 9 y 1/2, después de buscarla en vano por Madrid. Estaba en la mesa de operaciones de la Clínica de Urjencia Omnia. Un tiro en la cabeza, con la belleza no destrozada, descompuesta. Su mano estaba caliente, latía su pulso. Sangre a borbotones por la boca, la frente vendada de gasa. Una mirada ancha dilatada, salida, pero ¿sin ver?
Está enterrada en la Rozas. Un corralillo cuadrado con algunos cipreses. Fue llevada en hombros en su caja blanca llena de rosas. El forense le hizo una autopsia de hora y media y cuando salió llevaba el zapato de lona con sangre de Marga. Pasaban trenes por un lado, coches por otro. La fosa tenía tres metros de honda. A las 8 le echaron la primera tierra, con un ocaso amarillo miel tras el Guadarrama morado.
Si pensaste al morir que ibas a ser bien recordada, no te equivocaste, Marga. Acaso te recordaremos pocos, pero nuestro recuerdo te será fiel y firme. No te olvidaremos, no te olvidaré nunca. Que hayas encontrado bajo la tierra el descanso y el sueño, el gusto que no encontraste sobre la tierra. Descansa en paz, en la paz que no supimos darte, Marga bien querida.
Juan Ramón Jiménez

NACER, VIVIR, CREAR, MORIR SIN RESPIRO
Marga Gil Roësset nació en 1908 en una familia acomodada y culta, de origen francés por parte de madre además, una mentalidad intelectual pero a la vez profundamente religiosa se respiraba en el hogar de los Gil.
Marga y Consuelo (su hermana escritora) tenían ya antecedentes de tías pintoras. Eran tiempos en los que las familias de intelectuales con hijas prodigiosas eran habituales, puesto que, si había medios, se las dotaba de muchos conocimientos para el mundo. Tiempos en los que el ocio, las relaciones, la vida social, se vivía recibiendo y visitando, y organizando en casa actividades artísticas (también casamientos y mangoneos políticos, hay que decirlo). Esta tendencia de las familias con hijas cultas o artistas termina con la llegada de la Guerra Civil, y la verdad es que no se ha retomado hasta nuestros días.





Por problemas en el parto a Marga no le dieron mucho tiempo de vida y fueron los cuidados en brazos de su madre los que la sacaron adelante inesperadamente, tan adelante que fue una mujer sana que llegó a medir 1,80 m fibrosa, fuerte y viril (la escultura en piedra exige una forma física potente, y se la recuerda siempre con heridas en manos y cara),  pero mentalmente estaba excesivamente estimulada, tal vez por el miedo de sus padres a que la vida no le durara demasiado. La “modernidad” en la formación de las mujeres y las artes no impedía que el mando en cuanto a tareas a realizar fueran marcadas por su padre por su condición de mujer, adolescente además, lo que le provoca mucha ansiedad a su carácter caprichoso e impulsivo


A los 7 años ya mostraba una habilidad excepcional para el dibujo, es cierto que su madre la obligaba a dibujar a cambio de la merienda, como veis se tomaban en serio esto de tener “hijas ilustradas”, y  a los 12 años ilustra el cuento de su hermana El niño de oro, luego vendría  Rose des Bois y Canciones de niños, que ya se publicó después de su muerte, siempre bajo el influjo familiar. Hay algunas teorías que aseguran que las  ilustraciones parecidas en 1933 en este último libro, son sospechosamente parecida a las ilustraciones de El Principito, publicado años después, en 1943,  unos dicen que porque Saint-Exupèry visitaba mucho Madrid, otros que se debe a que el libro se publicó en Francia, y se lo copiaron, pero no he encontrado ninguna prueba fiable. La verdad es que el parecido, sobre todo expresando la soledad del niño, es muy grande.




Así que con una producción pequeña como ilustradora, que va combinando con la escultura,  se coloca en una vanguardia donde el modernismo, el simbolismo, se imponía, siendo Marga Gil uno de los ejemplos más singulares del expresionismo español. En los trabajos localizados se observa el uso, sobre todo, de acuarelas y tintas chinas.


Para los 15 años ya tiene una trayectoria tan firme que elige su especialidad: la escultural, es tan genial que algunos profesores deciden dejarla seguir de manera autodidacta para no estropear su intuición y estilo tan marcado. Con 20 años crea Maternidad una de sus obras más conocidas, y con 22 presenta Adán y Eva al Premio Nacional de Escultura, asombrando a todo el mundo como se destaca en la prensa de la época.

“Yo siempre intento operar sobre mis esculturas de dentro afuera. Es decir, trato de esculpir más las ideas que las personas. Mis trabajos, en cuanto a la forma, podrán no ser muy clásicos; pero, por lo menos, llevan el esfuerzo de querer manifestar su interior.”
















La exigencia familiar continúa, el aprendizaje, la religión, el machismo,  mal caldo de cultivo para una joven precoz, caprichosa, insegura  e hipersensible atormentada en ocasiones por la transcendencia de sus obras, en tiempos de angustia creativa.

AMAR SIN RESPUESTA
En este estado emocional Marga conoce a Juan Ramón Jiménez en un recital de ópera, y se enamora inmediatamente de él desde el primer instante, como tiene que ser el amor amor,  fascinada del hombre y del Premio Nobel. Para estar cerca se ofrece a realizar un busto al matrimonio, comienza con Zenobia, la esposa de Juan Ramón, para la que crea una de sus mejores obra por su originalidad y calidad, Marga también sentía gran admiración por su modelo, pero estaba impaciente por comenzar a esculpir a Juan Ramón, aunque, una vez más las órdenes familiares,  su padre le ordenó dedicarse primero a las ilustraciones para Don Quijote que le habían encargado.

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Así se inicia una amistad con la pareja, a los que empieza a visitar, regada de declaraciones de amor de Marga en todos los formatos posibles, que terminaría en desesperación y una profunda amargura enajenada por no poder tener a aquel hombre complacido pero que contemplaba a la chica impulsiva y caprichosa desde su deseada soledad. La influencia familiar además es incansable, hasta el punto de que Juan Ramón y Zenobia le aconsejan buscar la libertad y nuevos conocimientos creativos en París, lejos de casa. Para el matrimonio Marga y su hermana solo son “las niñas”. Y desesperada, destructiva y amarga se da cuenta de que para el hombre nunca dará el paso de niña a mujer, ni se entregará a la pasión que ella pide a gritos.
Uno de los detonantes para poner fecha a su muerte fue que Marga comentó al matrimonio que había decidido “marcharse” y  la reacción de Juan Ramón, que cree que se refiere a cambiar de ciudad y ampliar horizontes fue responder con un amable “Me parece muy bien”. Esta falta de emoción ante su posible partida le confirma que su amor nunca será correspondido.
UNA MUERTE ORGANIZADA

Antes de morir la verdad es que no perdió la energía. Primero,  como si fuera de pronto consciente de que sus obras dedicadas a su amor nunca serían admiradas por él ni por nadie, destruyó casi todos sus dibujos, fotos y esculturas, incluso tuvo tiempo de ir reclamando aquellas piezas que no estaban en su poder en ese momento a editoriales y galerías. En el año 2000 se realizó una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid con piezas recuperadas y réplicas.












Después escribió cartas para todos, para su familia y para la mujer del poeta, se dirigió a casa de Juan Ramón pero Zenobia no pudo recibirla, dejo una carpeta amarilla  y a él le dejó su diario exhaltado con 50 páginas de declaraciones de amor manuscritas.
Se fue a casa de su tío Eugenio y se disparó un tiro.

Juan Ramón, quedó realmente impresionado tras esta muerte, sobre todo porque tenía tendencia a la depresión, y a esto se sumó poco después la enfermedad de su esposa,  pero no tuvo reparos en  intentar publicar aquel Diario, sin respetar la intimidad de Marga, aunque no me ha chocado, el comportamiento de Juan Ramón Jiménez egoísta y machista ya ha sido cuestionado respecto a su mujer Zenobia Camprubí en algunas ocasiones.  Es en 2015 cuando se publica este Diario con el título de Marga.

Está enterrada en Las Rozas, en el viejo cementerio pero no se sabe donde, porque en la Guerra Civil cayó una bomba justamente sobre su tumba, como si la lápida fuera la última de sus escultura pendiente de destrucción. En el fondo Marga pensaba que nada valía de nada.

Una de las últimas anotaciones que podemos encontrar en su diario de amor  dice así: 

 “... Y es que... Ya no quiero vivir sin ti... no... ya no quiero vivir sin ti... tú, como sí puedes vivir sin mí... debes vivir sin mí...», «Mi amor es ¡infinito...... La muerte es... infinita... el mar... es infinito... la soledad infinita... ... ... yo con ellos... ¡contigo!... Mañana tú ya sabes... yo... con lo infinito... lunes, noche», «Pero en la muerte, ya nada me separa de ti... solo la muerte... ... solo la muerte, sola... y, es ya... vida ¡tanto más cerca así... ... muerte... cómo te quiero”

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